lunes, 28 de diciembre de 2015

La gran San Silvestre o Vallecas me mata



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Nunca me gustó correr. Deportes de pelota, los que quieras. Me entretenían y se me daban bien. Pero correr… no, aunque sin llegar a pontificar como el célebre centrocampista del Betis, Rogelio, que era más fino que el coral: “Correr es de cobardes”. Ahora… la San Silvestre es otra cosa. Ese Madrid festivo, engalanado, de etiqueta. Ese Vallecas popular, auténtico, echado a la calle. Eso me encanta, me pierde todos los finales de año.

De primeras, pido perdón porque el que haya tenido el interés y la paciencia de pasar un rato en este rincón, sabrá que éste es un blog de baloncesto, pero a Vallecas le debía una y a los míos muchas, con lo que me tomo la licencia de llenar unos folios con las vivencias de una carrera que me descubrieron, hace un porrón de años, mis amigos los Zapata y que me tiene enganchado. Antes de la San Silvestre en versión canalla, la mía, procederé con la oficial, la maravillosa que un día se inventó Antonio Sabugueiro, un verdadero “emprendedor” (que se dice ahora) de las más nobles causas, un fomentador del deporte, de los deportes.

Hoy, pues, toca correr, pero no te asustes, a trote cochinero, que no estamos para alardear. Tiene sus ventajas: podrás echar el cierre al año, sin prisa, y disfrutar de un Madrid único, variopinto y alegre. Te conduciré a Vallecas al calor de los aplausos de un montón de paisanos que presumen de su fiesta. Poco antes de la última cena, ahí estarán, desafiando al frío o a la lluvia en el arcén del esfuerzo (que diría el maestro Juan Manuel Gozalo). Cálzate las zapatillas y estira un poquito que nos vamos. 

sábado, 5 de diciembre de 2015

El punto y la i, Tyrone Bogues y Manute Bol





Éstas son dos historias en una, o mejor dicho muchas historias en una. Las de dos tipos a los que les alejaban 70 cm de altura y a los que les entroncaba un corazón enorme. Dos hombres a los que sus orígenes les caían demasiado lejos de una cancha de basket, dos siluetas singulares y antagónicas cuya convergencia les aproximaba a una atracción circense. Pero ésta es una fábula fascinante de humanidad y de superación. Los tomaron a chiste, a chirigota, cual viñeta disparatada de comic, pero durante más de una década cerraron bocas a descreídos. Es la epopeya de dos supervivientes salidos de la selva, surgidos del lejano Sudán y de las calles de Baltimore. Desafiaron barreras físicas, idiomáticas, sociales y culturales para entrar en la leyenda. Medían lo mismo, uno sentado y el otro de pié. Manute Bol y Tyrone Bogues. Cuando el tamaño no importa… ¿o sí?

domingo, 11 de octubre de 2015

En el nombre del Coach


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Eran un equipo de provincias. Lo sabían y lo tenían a gala. Ahí radicaba su fuerza, en su patio, en su reducida cancha cubierta (que más parecía una cochera que un campo de baloncesto) y en su afición. Eran un secreto familiar, generacional, transmitido de padres a hijos, de tíos a sobrinos, de abuelos a nietos, entre amigos, entre primos, entre vecinos. Ahí residía la poción mágica de la “pequeña Galia del basket español”. 

sábado, 19 de septiembre de 2015

La importancia de la "C"



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Al alba cavilaba todavía extasiado por lo vivido la noche anterior. Entre jabones, espuma de afeitar, colonias y el vaho del espejo rememoraba las jugadas de un equipo que había imantado al televisor a todo un país orgulloso de los suyos. El BA LON CES TO abría los noticieros, las matinales de las radios y daba de maravilla en la primera plana de los periódicos. Después del frenesí y la épica, mi amigo Rafa Fenomenal, ronco de gritar y desatado por la emoción, me la tiró: Juanpa ¿escribirás algo? Me hice el remolón, le dí largas, pero mientras me preparaba para el curro pergeñé un ensayo de andar por casa sobre un equipo que nos ha enamorado la última década y media. Un año antes lo había esbozado con las chicas en el Mundial, ahora tocaba mi pequeño homenaje a los tíos que metieron una Ñ en las siglas profesionales. No sé porqué, pero me dio por pensar en una letra, la “C”, que reuniera y resumiera las características de los nuestros. Sí, porque por la tercera letra del abecedario, comienzan muchas palabras que definen a nuestro equipo de ensueño. 

domingo, 23 de agosto de 2015

Toni Kukoc, El Mago de Split



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Iba para extremo izquierda del Hadjuk Split a las órdenes de Sergio Kresic, apuntaba a grande del tenis de mesa (derrotó al futuro campeón Zoran Primorac), hasta que le echó el ojo Igor Karkovic (entrenador de los cadetes de la Jugoplastika). Alto, altísimo. Delgado, delgadísimo. De chaval sus amigos le apodaban Olive (como a la novia de Popeye). Un junco que parecía vencerse al menor contacto con el viento. Pero tenía dos virtudes que le hicieron único: era muy inteligente y extremadamente coordinado. 

Era Toni Kukoc y nadie con su altura ha dejado tal muestrario de tesoros desde el puesto de alero en Europa. Era Toni Kukoc, el jugador de baloncesto con mejor curriculum vitae de la historia del Viejo Continente. 

Si Petrovic recogió el testigo de Kikanovic, Kukoc lo retomó de Delibasic. Dos formas opuestas de entender, jugar y celebrar el baloncesto para llegar a un mismo fin: la victoria. La tiranía individual anotadora, el espíritu endemoniado frente a un concepto más plural, participativo y democrático, a la belleza absoluta, a la gracia angelical. 

“A veces detenía el entreno, sólo para pensar en lo que Toni había hecho” (Boza Malkjovic). Es Toni Kukoc, una obra de arte, una expresión renacentista en mitad de una pista de baloncesto con un credo que le hizo universal: “Una canasta hace feliz a uno, una asistencia a dos”. 


lunes, 6 de julio de 2015

Elmer Bennett, un americano con txapela

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“No me cambiaría por un jugador de la NBA. Me gusta la vida en España, mis dos hijos han nacido en Vitoria y este tipo de baloncesto me va más. Allí todo es más individual”. Al “hereje” que se manifestaba de esta guisa, le costó 5 años de sinsabores y probaturas darse cuenta de que su sitio (incomprensiblemente) no se encontraba entre los profesionales USA. “En la NBA hay 20 jugadores de un nivel altísimo, el resto son iguales. Todo depende de si tienes suerte y encuentras un lugar adecuado”, remarcaba. El lustro sólo le había dado para 21 partidos con 4 zamarras diferentes (Cleveland, Phildelphia, Houston y Denver) de la mejor competición mundial hasta que dio el salto a la vieja Europa. 

El siempre atento Alfredo Salazar había reparado en el base rápido, cerebral y anotador que había llevado (junto a dos históricos ACB, Rod Mason y Shelton Jones) a los Olkahoma City Cavalry hasta el campeonato CBA la temporada 96-97. A la que pudo, siguió los consejos de Mason “además de gran jugador, es buena persona. Imposible que os dé problemas” para traerlo a Vitoria, en una maniobra que cambiaría el devenir de la franquicia de la capital vasca. En unos días a Elmer Bennett pasarían a nombrarlo “Benito”, en unos meses la Plaza de la Virgen Blanca se acostumbraría al bullicio feliz de sus gentes, que de continuo la poblaban para celebrar orgullosos los triunfos y títulos de uno de los emblemas de la ciudad, su Baskonia. 

La estancia en Gasteiz se prolongó 6 maravillosos años. Después emigró al Madrid, en una tormentosa época para el Real, impartió magisterio en la emergente Penya y salvó de los infiernos al Caja San Fernando a orillas del Guadalquivir. 11 temporadas de uno de los mejores y más rentables americanos que han pasado por aquí, de los que de verdad dejaron poso. Nunca una lesión en el cuello (lo que le descartó aquel verano para el Olympiakos) nos resultó tan sana. 

jueves, 7 de mayo de 2015

Wilt Chamberlain, el hombre de los 100 puntos




Si a Miguel Ángel Buonarotti le hubiera dado por reencarnarse en un escultor de éxito y un Medici del siglo XX le hubiera encargado la realización de un Goliat para completar su obra, probablemente el toscano habría vuelto sus ojos a nuestro deporte para cincelar en mármol un modelo que durante décadas representó una bestia sobrenatural, un epítome de la condición física: Wilt Chamberlain. 

Su inmenso cuerpo le situó desde chico en el centro de cualquier universo y de cualquier debate. Entronizado sobre una estatura imponente, encajado en una carrocería deslumbrante, su desenvoltura, agilidad y coordinación suponía un atentado contra toda lógica imperante. Sus avasalladores récords individuales no se vieron acompañados con éxitos colectivos equivalentes y si obtuvo el temor reverencial de sus rivales, sólo en contadas ocasiones contó con el favor del público ajeno e incluso propio. Su carrera siempre se debatió entre lo sublime y lo maldito. Con frecuencia vivió con pena el desafecto de aficionados y periodistas, a los que sus dos anillos de NBA les parecía escaso botín para una carcasa de héroe de cómic. Siempre le persiguió la leyenda de perdedor. Nunca dejó de escuchar el viejo soniquete, la trillada letanía del Hércules de mandíbula blanda. Lo lamentaba de verás: “Nadie es hincha de Goliat”.

Sus inabarcables guarismos (a día de hoy todavía conserva más de 70 marcas en la NBA) no se detienen en las canchas de baloncesto. Según confesó en su segunda autobiografía del año 91, A View from Above, mantuvo relaciones sexuales con unas 20.000 mujeres… Muchas son ¿no? No sé yo si hay días para tantas… Igual eran mil menos… Sea como fuere, críticos y leales se muestran unánimes con una gesta única: el 2 de marzo de 1962 Wilt Chamberlain hizo 100 puntos en un partido de la Liga Profesional más exigente del mundo. Pasen y no cierren la puerta porque el elenco de heroicidades no se queda ni mucho menos ahí. 

domingo, 5 de abril de 2015

Jim Valvano y la hazaña de North Carolina State



“March Madness”, La locura de Marzo. El tiempo en el baloncesto colegial arrincona por unos días al universo profesional. Emoción, riadas de emoción. Drama, lágrimas a borbotones. Las esperanzas de miles de seguidores, de 64 colleges que ansían el cetro universitario. Espacio para la épica, para la gloria. Hasta Obama cruza todos los años su particular porra ganadora. 

¿Se puede en poco más de un mes pasar por encima de Jordan, Sampson y Olajuwon hasta la victoria final? Se puede. ¿Se puede ser acusado de prácticas ilegales y suspendido para el torneo NCAA? Se puede. ¿Se puede conmover a toda una nación con un discurso lleno de esperanza a escasos dos meses de la muerte? Se puede. Todo ello lo consiguieron un genio parlanchín y sus chicos de North Carolina State y merece ser recordado. “No te rindas, no rendirse jamás”, evocaba Jim Valvano a todo el que le quisiera escuchar. Su aventura cobró rango de epopeya y Sports Illustrated la clasificó como el momento más glorioso del baloncesto universitario del siglo XX. 

Ni el más optimista de los hinchas Wolfpack podría llegar a presagiar aquel 27 de marzo de 1980, en que se anunció la contratación de aquel locuaz y semidesconocido personaje que atendía al nombre de Jim Valvano como entrenador jefe de baloncesto de la Universidad de North Carolina State, que el destino de sus vidas iba a cambiar para siempre. Ni el curriculum vitae del charlatán de origen italiano invitaba al optimismo, ni en el plantel de jugadores se vislumbraba alguna futura estrella, ni el bagaje del centro era el más esplendoroso, pero… 

domingo, 15 de marzo de 2015

Aquel Open McDonald´s de los Celtics


Hace más de un cuarto de siglo el que pensara que un españolito pudiera jugar con asiduidad en la NBA, no estaba en sus cabales. A un madrileño con los arrestos del caballo de Espartero, de nombre y apellido comunes, Fernando Martín, se le tomó por iluso, atrevido y quijotesco cuando cogió su petate y se echó al monte para conquistar las Américas. Incluso desde alguna esquina malintencionada le tildaban de antipatriota, pues su enlace con los “profesionales” suponía su ruptura con la selección nacional. Vivir para ver, pero es lo te descubre remover el trasero de las hemerotecas. ¡Olé tus narices Fernando!

Cuando esto escribo, no ha pasado un mes y todavía nos estamos frotando los ojos. Dos chicos altos, muy altos, de este lado del Atlántico, hermanos para más señas, han hecho el salto inicial del partido del Fin de Semana de las Estrellas. Los Gasol no son mediáticos, no son los que más camisetas facturan, ni los que más mates realizan, pero son tan, tan buenos, que Pau recibió casi un millón de votos de los aficionados en el Este, sólo por detrás de Lebron James, y Marc obtuvo casi 800 mil sufragios (quinto de su conferencia, comandada por el crack Stephen Curry), para formar parte de los quintetos de partida del All Star. Su mérito, simple y llanamente, jugar de maravilla al baloncesto. Alucinante. Chapeau. 

Bueno, que me pierdo. Mucho tiempo antes de que algún político lo pregonara al viento, surgieron los primeros brotes verdes en nuestro país. Mucho tiempo antes de que alguna marca de bebidas alcohólicas lo usara como eslogan, unos cuantos locos del balón naranja asentados en la Península Ibérica ya pensaron en verde. Sí, el martes 18 de octubre de 1988 tomaban tierra en el aeropuerto de Barajas los míticos Boston Celtics para disputar la segunda edición del Open McDonald´s. Supuso la catarsis y el definitivo lanzamiento del universo NBA en España. 

miércoles, 21 de enero de 2015

Nacho Azofra, El Último "Demente"

Fue… jugador del primer equipo de Estudiantes durante 16 años. Fue… su segundo entrenador la temporada que casi bajan. Fue… su director deportivo cuatro campañas y se comió el marrón del descenso (luego no consumado). Fue… un icono para varias generaciones de “dementes” que veían en él a su último y genuino representante. Para algunos un genio, para otros no tanto… “El chico más listo de la clase” (Andrés Montes)… “El Curro Romero del baloncesto” (Ramón Trecet)… Todos en uno. 



Absolutamente alejado de lo que gran parte de la sociedad actual estigmatiza como estrella del deporte, Nacho era un espíritu libre, contracultural, en sus modos y hasta en sus apariencias. Sus gorros marroquíes y sus cuernos en las celebraciones de los triunfos, sus zapatillas rojas cuando no las llevaba nadie, le concedieron un halo alternativo idealizado por sus seguidores. Huyendo de toda estética opulenta, hasta los 31 años no se sacó el carnet de conducir e iba a entrenar en transporte público. Directo, quizá políticamente incorrecto, siempre estuvo del lado del jugador, del amigo (Alberto Herreros, Carlos Jiménez…), incluso cuando abandonaban el barco. Es… Nacho Azofra, el chaval que se pasaba horas jugando al Mini.