domingo, 18 de septiembre de 2016

Mike Hansen, I love this game


De cuando se batía en duelo en los patios y canchas madrileñas frente a mi amigo Juanjo Ranea “el mejor jugador de Mini que he visto en mi vida”, según Mike, han pasado muchos inviernos, casi todos ligados al baloncesto. Se formó en las canteras de Canoe y Estudiantes, saltó el charco junto a su añorado Sergio Luyk, capitaneó la universidad donde cimentó un tal Shaquille O´Neal  su leyenda, rascó chapa (bronce) en el Europeo de Roma, pero quedó fuera de la lista definitiva de Díaz Miguel para los Juegos del 92 de Barcelona. Regresó a España, jugó en una riestra de equipos ACB y triunfó como expatriado en Alemania. Disfrutó siempre en todos los apeaderos de su extenso camino.
El niño que en las madrugadas de marzo ansiaba algún día jugar la NCAA cumplió su sueño. Ahora el adulto se ha liado la manta a la cabeza para embarcarse en otra aventura onírica y fascinante: devolver a Valladolid a la élite del basket. Así es Mike Hansen, otra historia de amor perenne con el baloncesto.